Monday 6 April 2020

EN ESA PANDEMIA SE APLAUDE A LOS CURADOS EN LA DEL SIDA SE LES REHUÍA Y ESCONDÍA




Emociona ver en los medios los aplausos, tanto a los pacientes recuperados, como al personal sanitario que les atiende. Ver cariño que reciben los afectados del COVID-19 y trae a memoria los momentos más duros de la pandemia del VIH delos años 80 y 90, una pandemia ocultada que tuvo un impacto demoledor entre la juventud.
Cada día teníamos un funeral de algún conocido casi a hurtadillas por el estigma de la enfermedad.
Mientras el contagio del VIH se producía por relaciones sexuales de riesgo, por la utilización de jeringuillas usadas y, al principio, por transfusiones de sangre, el COVID-19 se transmite por cercanía a través de la boca, los ojos, la nariz y los oídos.
Aunque los dos son pandemias y coinciden en que la transmisión es muy rápida, la diferencia entre ellas es abismal. En esa se abraza y se besa, aunque sea digitalmente, mientras  los pacientes de SIDA se les rehuya y escondía. Sin embargo, el patrón es el mismo: miedo al contagio, a lo desconocido, a morir.


Es impresionante la forma con que llega a la población informaciones sobre el virus. La rapidez y la cantidad de informes diarios, el acceso a los datos a todos y por todos los medios. Con el SIDA apenas revistas científicas, existiera la normalidad que hay en explicar, que fuera portada diaria en los periódicos. Aunque la comunidad científica sí se volcó para buscar soluciones.

Población de Riesgo: Se hablaba de grupos marginales: homosexuales y heroinómanos, y ahora se habla de personas, sean sanitarios, mayores o asmáticos. Lo cierto es que todos somos susceptibles de estar infectados de alguno de esos virus. Ahora las guías y pautas dadas desde Sanidad las recogen bien los medios para que nadie se confíe, como no se hizo con el SIDA entre quienes se creían inmunes por no pertenecer a los grupos marginales y vivían su confinamiento hospitalario en silencio.


¡Imagínate un paciente de esa pandemia ocultar que lo padece! Son privilegiados por poder decir y pedir ayuda, algo que no pudieron hacer la mayoría de los afectados por el VIH. Otra es el estigma que padecían los profesionales que atendían a esas personas. Enfermeras que se iban corriendo luego que se marchaba el doctor, para no ¨contagiarse¨.

Ahora no le dan abrazos a los sanitarios, porque no pueden, pero los aplausos llegan al alma. Ojalá los pacientes de SIDA hubieran tenido ese momento de cariño. Se tiende a olvidar lo que pasó pero fue una tragedia de mucho más dimensiones. El conocimiento científico sobre el virus es enorme por el poco tiempo de su existencia y no existe el estigma y la discriminación de la propia sanidad. Los investigadores que trabajaban con las moléculas de VIH estaban apartadas del resto. Incluso cuando comían. No se sabía nada del virus que se infectaba más que por sexo. Entre 1984 a 1989 se perdió un tiempo de oro en desconocimiento.

SIDA : NECESITAMOS PESQUISAS. NO HISTERIA
1984

Sunday 5 April 2020

LAS VICTIMAS COLATERALES DEL COVID-19






















El súbito aumento de los casos en República Dominicana, la escalada de la curva que el gobierno trata de aplanar, ha llevado a priorizar la batalla contra el desconocido Covid-19 y derivar o aplazar intervenciones o atenciones en el país para no saturar los hospitales o poner en riesgo a pacientes vulnerables.


«Las unidades de cuidados intensivos de pequeños hospitales se están convirtiendo en unidades de cuidados intensivos del Covid-19 para que los grandes centros puedan respirar»,

Los médicos evalúan caso por caso, teniendo en cuenta los riesgos para el paciente y las circunstancias del centro en cuestión. En algunos, ahora mismo, la prioridad es conseguir material de primera necesidad para prevenir contagios entre pacientes o entre los propios sanitarios.

Respecto a las edades de las víctimas, se puede decir que el Covid-19 no respeta ningún grupo etario, aunque la mayoría de las muertes se concentran por encima de los 50 años. 


Los profesionales médicos, a quienes la sociedad aplaude a diario, siguen sumando bajas por Coronavirus. La tasa de infección afectados por la pandemia en este grupo es preocupante afectados por la pandemia, según la Agencia Efe.

La desolación es total cuando ven a los enfermos de Covid-19 y otras personas en situaciones graves -como pacientes oncólogos críticos, que sufren de diabetes, que necesitan diálisis, VIH positivos, niños y jóvenes con enfermedades congénitas-, en total soledad, aislados forzosamente de todo y todos.

Una de las cosas más traumáticas de este periodo que nos ha tocado vivir,  es el hecho de que los vínculos familiares se hayan puesto en una situación extrema. Nos  enfrentamos a un gran dilema a diario: cómo ayudar a familiares en la lejanía, arriesgándonos a no volver a verles nunca más. Incluso a no poder darles el último adiós. En todo el globo terrestre personas han sido imposibilitadas de despedirse de sus muertos…  «Esto es terrible».

En esa circunstancia, una pregunta se repite en todas las conversaciones: ¿cuándo acabará todo eso? Y, sobre todo, ¿cuándo podré volver a abrazar a mis familiares?

Hasta ahora la gente está respondiendo de una manera muy importante. La actitud dominicana es muy abierta, muy de contacto social, y lo que propicia esta situación es totalmente lo contrario: la peligrosidad del contacto.

Lo previsible es que se resienta de forma importante en las próximas semanas, particularmente en las áreas más afectadas donde las unidades de cuidados intensivos de los hospitales están saturadas por el número de pacientes críticos afectados por el Covid-19 que tienen que asistir.Los médicos no tienen material, no tienen mascarillas, no tienen guantes, no tienen medicamentos, no tienen nada. Están trabajando prácticamente con las cosas que poden encontrar.

Están viviendo la situación más difícil de sus vidas. Ya tiene que decidir de manera NO Oficial, quien vive y quien no. Eso no les enseñaron en la Universidad. Les enseñaron a salvar vidas, pero no a eligir cuales. Efectos colaterales que perdurarán para siempre en sus memorias.

Desde la comunidad médica, cada vez se escuchan más voces de alarma y preocupación, ante una crisis que les desborda. La complicada situación a la que se enfrentan a diario entre las dudas sobre el virus y la falta de equipos, y los riesgos al tratar a pacientes con Covid-19 y otros que no lo tienen, pero podrían contagiarse.