Friday, 30 May 2014

Ni Hombres, Ni Mujeres...Un Futuro Sin Generos


Sasha Fleischman
La periodista Rachele Kanigel y la fotógrafa Chloe Aftel publican The Shadow Sex, un reportaje sobre los jóvenes de San Francisco que no se identifican con género alguno.

Una tarde de noviembre de 2013, Sasha Fleischman regresaba a casa en el autobús escolar, cuando de pronto le entró el sueño. Mientras echaba una cabezada, otros dos adolescentes le prendieron fuego como símbolo de burla, de desprecio y de asco. La razón de que Fleischman provocara tanto rechazo a los agresores fue su manera de vestir: falda de mujer y camiseta de hombre, una indumentaria que no reflejaba sus ganas de provocar tanto como el simple hecho de que el joven no se identifica ni con el sexo femenino ni con el masculino, y por lo tanto expresa su manera de ser a través de la indumentaria.
La cámara de seguridad del vehículo captó el momento de la violencia, y entonces su historia dio la vuelta a la prensa internacional como si de un suceso cualquiera de bullying se tratara. Nada más lejos de la realidad: quemaduras de segundo y de tercer grado, vendas y medicinas para un tratamiento que ascendería a los 15.000 euros, y una actitud completamente heroica que llevaría a Fleischman a regresar a las clases, aun con sus piernas y sus brazos vendados, con el propósito de no avergonzarse de lo ocurrido pero sí de luchar por sus derechos como el adolescente sin género que se declara.

Impresionada por lo sucedido, la fotógrafa Chloe Aftel comenzó un reportaje fotográfico centrado no sólo en Sasha sino en más jóvenes del área de San Francisco que también aseguran no pertenecer a ninguna condición sexual. Junto a la periodista Rachele Kanigel, ambas entrevistaron a estos adolescentes en sus lugares más íntimos y charlaron con ellos sobre cómo se sienten, o sobre cómo creen que las personas que estamos a su alrededor deberíamos tratarles e incluso denominarles. Palabras como libertad, aceptación y neutralidad son algunas de las más repetidas en sus discursos.


Pero ni la masculinidad ni la feminidad entran en su vocabulario como algo preciso y sin variables. Ellos son libres de mantener relaciones con quien deseen, vestirse como les guste o pensar en sus respectivos futuros profesionales sin presiones asociadas al sexo. De entre los entrevistados, también encontramos voces, aspectos y pareceres muy distintos: desde quienes crecieron sintiendo repulsión por su cuerpo según se les formaba en la adolescencia, porque no se sentían en sintonía con él; hasta los que supieron canalizar todas sus ansiedad es de manera artística e incluso se comprometieron políticamente.
“No binarios en un mundo binario”, así es como los define Micah, joven bloguero de Neutrosis Nonsense que lleva años escribiendo sobre su condición e investigando de qué manera pueden definirse o nombrarse quienes se sienten como él. Aunque más allá de encontrar calificativos a sus casos —una tarea en la que, según ellos, parecen entretenerse mucho más los colectivos LGTB—, lo que a Sasha Fleischman y a muchos otros les interesa es poder tomar decisiones en su día a día sin sentirse desubicados. Que el mundo no se divida en “para chicos” o “para chicas”, sino quizá en un abanico más amplio de posibilidades.

O como escribe el autor de Neutrosis Nonsense: “las muñecas son para las niñas, los camiones son para los niños, los puzles (rompe cabezas) son neutrales… Mi género es un puzle.”

Ni hombres ni mujeres, se sienten puzles…


El más moderno está tan traslocado y enfermo como la misma sociedad donde se desenvuelve y en la que quiere triunfar y a la que desea poseer o tal vez desposeer de la poca cordura que nos queda.
Ahora se defiende un futuro sin género es decir, personas que no se sienten ni hombre ni mujer, de toda la vida bisexualismo, algo que la psicología considera: esconde alguna psicopatología porque, se es homosexual o heterosexual, no de todo un poco y cuando apetece. Así que esa bipolarización de la sexualidad indica que existe algún tipo de complejo normalmente para asumir una homosexualidad, ya bien por un problema psicológico o presión social.
Lógicamente nadie debe agredir a nadie por su ropa, actitud sexual, o pensamiento como se llega a relatar en el reportaje, yo me ciño al hecho del considerar posible no ser nada, una especie de ángeles asexuales, ¿Tal vez se esconda un no querer madurar? ¿Huir de la madurez sexual? Habría que preguntar a un psiquiatra sin duda porque ni es lógico ni puede ser una nueva lucha por hacer normal la locura y locura la cordura.
La no masculinidad ni la feminidad entran en su vocabulario como algo preciso y sin variables, ¿entonces ya dónde queda eso de miembros y miembras? ¿Serán “miembres”?
Según la entrevista algunos de los jóvenes, crecieron sintiendo repulsión por su cuerpo según se les formaba en la adolescencia, porque no se sentían en sintonía con él; hasta los que supieron canalizar todas sus ansiedades de manera artística e incluso se comprometieron políticamente, no especifican en qué política.
Y es que la red de redes ayuda a encontrar información, a trabajar y a difundir lo que no debería difundirse, casos como blog que hacen apología de la anorexia o bulimia son casos muy claros. Sin duda tras este reportaje se hará más famoso el blog haciendo que de 5 casos se pasen a 10 porque en una sociedad insatisfecha, que no sabe hacia dónde va, el encontrar algo que te de una identidad dentro del grupo aforme, el tropel, es como dar con un salvavidas. Ya lo decían estudiosos como K. Lorenz el humano precisa de agruparse en personas x, modas, tribus, que les doten de identidad dentro de la masa y así sentirse mejores que el resto.
Estos chicos desean que el mundo no se divida en “para chicos” o “para chicas”, sino quizá en un abanico más amplio de posibilidades. Es decir, que el mundo se adapte a ellos y ellas.

El autor del blog Neutrosis Nonsense dice: “las muñecas son para las niñas, los camiones son para los niños, los puzles son neutrales… Mi género es un puzle.”
Qué pena sentirse muñeca, camión o…puzle, ¿no es mejor sentirse algo Humano femenino o masculino? y qué pena que sus padres no les ofrezcan algún tipo de ayuda y permitan que hagan circo de sus hijos, o sus hijos hagan un espectáculo de algo que simplemente sea: ser homosexual. Sólo esperemos que esto no crezca y se convierta en una nueva corriente aliada del desvarío feminista que persigue el heterosexualismo como si fuera una tara.


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